"Qué salen a ganar. Quieren salir campeón..." se leía en la remera de Diego Cagna. Y el Chino Luna corría hasta el cansancio. Y Juan Blengio hacía malabares para despejar la pelota que ayer quemaba. Y Leandro Lázzaro bajaba hasta el área de para defender las últimas bolas. Y Martín Morel se sacaba los laureles y se tiraba al piso para recuperar. La remera no miente. Cagna tampoco lo hace.
El mensaje es claro.
Hasta el minuto 39 Tigre jugó el partido con la tranquilidad con la qué se manejó durante todo el torneo. Pero después del gol de Morel no hizo méritos para meterse en la final, producto de los nervios de la ocasión. Banfield no fue mucho más que Tigre, sino que se encontró la mayor parte del tiempo con la pelota en su poder. Solamente inquieto a Daniel Islas con un par de remates de media distancia.
Tigre no jugó ayer su partido más importante de sus 106 años de vida, pero si el más difícil. No por mérito del rival, sino por la presión que caía desde la tribuna y la que se venía ejerciendo hace rato, en la previa.
Al término del partido recién hubo relax en Victoria. El primer paso era conseguir el triunfo para acceder, lo que en ese momento, ya se sabía como un triangular final. Costó mucho, quizás más de la cuenta, pero se logró y vale lo mismo que las victorias de Boca y San Lorenzo. Y todo gracias a un mensaje claro que da un técnico simple a traves de su remera.
Tigre 1: Daniel Islas; Pablo Jérez, Norberto Paparatto, Juan Blengio y Rodolfo Arruabarrena; Sebastián Rusculleda (Sebastián Rosano); Diego Castaño y Matías Giménez; Martín Morel, Carlos Luna (Damián Leyes) y Leonel Altobelli (Leandro Lázzaro). Suplentes: Luis Ardente, Pablo Fontanello, José San Román y Mauro Villegas. Dt: Diego Cagna.
Gol: Martín Morel (39')
Amonestados: Jérez (T), Arruabarrena(T), Castaño(T) y Ferreyra (B)
Arbitro: Javier Collado. Bien.
La más grande, lejos
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